"Siento que la justicia sepultó a mi hermana": el duro reclamo de Liliana Argañaraz a 19 años de la desaparición de Betty
La hermana de la docente desaparecida reiteró que no hay ningún organismo buscando el cuerpo y denunció inacción, encubrimiento y beneficios para las condenadas.
A casi dos décadas de la desaparición de Beatriz "Betty" Argañaraz, su hermana Liliana volvió a denunciar la absoluta falta de avances en la causa. En diálogo con El Avispero, aseguró que la Justicia tucumana "sepultó" a Betty y que hoy no existe ninguna dependencia que esté investigando dónde está su cuerpo.
"Hace 19 años y 4 meses que falta Betty y lamentablemente nadie la busca", expresó con firmeza. Recordó que desde la jubilación de la fiscal Adriana Giannoni, "la Fiscalía Octava se desmembró" y dejó de haber un espacio donde la familia pueda presentarse a pedir información o seguir el expediente.
A esto se suma un hecho que la hermana jamás olvidó: el atentado que sufrió en su domicilio en 2016, cuando las condenadas aún estaban en prisión. "Eso quedó en autores desconocidos. Nunca hubo respuestas", lamentó.
Liliana también aseguró que la exposición mediática es necesaria, pero al mismo tiempo insegura: "Yo temo que un día decidan silenciar a la familia de Betty. Que digan ‘ya está, no le pongan más un micrófono'".
Beneficios judiciales y una sensación de impunidad creciente
En su testimonio, Argañaraz volvió a cuestionar los constantes beneficios otorgados a Susana Acosta y Marcos Daniel Fernández (antes Nélida Fernández), ambos condenados por el homicidio de su hermana.
Tras la revocación de la libertad condicional de Acosta en agosto -por no cumplir con el domicilio declarado-, la familia sintió alivio. Pero ese alivio duró poco: días atrás, la Corte Suprema provincial restituyó la libertad condicional a Fernández. Para Liliana, la situación es incomprensible: "Si incumplió una de las pautas, debe volver al penal. La ley está para cumplirse".
Se mostró particularmente indignada con la decisión del alto tribunal: "La Corte rápidamente le da admisibilidad al pedido. Entonces, ¿de qué vale todo lo que se escribió y se sentenció?".
Para la hermana de Betty, el foco judicial está puesto en los beneficios de las condenadas, mientras la pregunta central sigue sin respuesta: "¿Dónde está Betty? La vida de mi hermana vale. Nuestra vida también".
Sospechas de encubrimiento y vínculos de poder
En el final del reportaje, la entrevista ingresó en un terreno más delicado: los posibles encubrimientos en torno al caso. Liliana no dudó: "Creo que hubo negligencia y también encubrimiento".
Recordó que en 2006, durante la investigación inicial, hubo funcionarios y actores ligados a la Iglesia que nunca se presentaron a declarar, pese a estar involucrados institucionalmente. Entre ellos, un sacerdote del colegio donde trabajaba Betty, que solo respondió un cuestionario enviado a su domicilio.
Además, afirmó que las acusadas tenían vínculos directos con la congregación religiosa que administraba el colegio San Francisco, y que ya existían antecedentes de violencia hacia otras docentes: "No es el primer caso. Ya habían golpeado y fracturado a una directora".
"El amor es lo que me sostiene"
Entre tanta dureza, Liliana también habló desde un lugar íntimo. Contó que su hermana fue siempre un modelo, una guía y una presencia fundamental en su vida.
"Mi fuerza viene del amor. Betty era una docente de vocación, también para sus hermanos. Yo necesito recuperarla para poder hacer el duelo".
Cada lunes, cada mañana, cada día hábil -dice- se levanta preguntándose a qué puerta golpear para que alguien la escuche.
"No sé a quién pedirle respuesta. Solo quiero que alguien vuelva a buscar a Betty".