El gobierno argentino intentó reducir la tensión con el papa Francisco después de que este criticara el nuevo protocolo antipiquetes. La polémica surgió tras las declaraciones del Papa sobre la necesidad de escuchar a los sectores más vulnerables, que se sienten afectados por la medida. 

"Respetamos su opinión, pero no la compartimos", afirmó el vocero presidencial, Manuel Adorni. "Escuchamos y respetamos la opinión del papa Francisco, e incluso reflexionamos sobre sus palabras, pero no estamos obligados a coincidir con su perspectiva en ciertos temas", reiteró Adorni al ser consultado sobre las críticas que el Papa formuló durante un encuentro con líderes de movimientos sociales, incluyendo a Juan Grabois. Y subrayó: "El respeto hacia lo que pueda decir el papa es absoluto".

El vocero presidencial también abordó el supuesto caso de corrupción mencionado por el Papa, relatando la anécdota de un empresario al que un ministro habría solicitado una coima, sin especificar si el incidente ocurrió en la gestión actual o en una anterior. "Si la Justicia considera que debe investigar, lo hará", afirmó.

Más temprano, el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, también respondió a las críticas del Papa. "Para opinar sobre estas cuestiones, uno debe estar aquí, comprender lo que está sucediendo, tener en cuenta todas las variables en juego y no reducir un hecho a una sola perspectiva", indicó.