Cada Navidad, The Economist elige al llamado "país del año", una distinción que no premia al más poderoso ni al más feliz, sino al Estado que más logró mejorar en el último año en términos económicos, políticos o institucionales. En la edición 2025, Argentina se ubicó en el segundo lugar, solo por detrás de Siria.

Por qué The Economist destacó a la Argentina

Según la publicación británica, la mejora argentina fue principalmente económica. Desde su asunción en diciembre de 2023, el presidente Javier Milei impulsó un programa de reformas de mercado de una profundidad inédita en décadas: levantó controles de precios, redujo de manera drástica el gasto público y eliminó subsidios considerados distorsivos.

Se trató de medidas políticamente costosas y socialmente dolorosas, que habían hecho fracasar a gobiernos anteriores. Sin embargo, Milei sostuvo el rumbo durante 2025 y logró respaldo electoral, además de apoyo externo, como el salvataje de u$s20.000 millones ofrecido por Estados Unidos para evitar una crisis financiera.

Los resultados fueron contundentes, según la revista:

• La inflación cayó del 211% en 2023 a alrededor del 30%.

• La pobreza se redujo 21 puntos porcentuales.

• El presupuesto fue ordenado.

• El Gobierno avanzó hacia un peso flotante, eliminando gran parte de los controles de capital.

The Economist advierte, de todos modos, que el proceso no está garantizado. Señala que el peronismo espera un traspié para volver al poder y menciona rasgos personales del Presidente, como su intolerancia a la crítica y los escándalos de corrupción que rodean a su gestión. Aun así, subraya que si las reformas se sostienen, podrían cambiar de forma permanente la trayectoria del país e incluso servir de inspiración a reformistas económicos en otras partes del mundo.

Siria, el país del año

El primer puesto quedó en manos de Siria, aunque por razones muy distintas. En este caso, la mejora fue política. Hasta fines de 2024, el país estaba gobernado por Bashar al Assad, un dictador respaldado por Rusia e Irán, responsable de una represión que dejó más de 500.000 muertos, millones de desplazados y el uso sistemático de armas químicas contra civiles.

En diciembre de 2024, Assad huyó del país tras la toma del poder por parte de los rebeldes. El futuro era incierto, ya que el nuevo líder, Ahmed al Sharaa, tenía antecedentes yihadistas y existía el temor de una deriva teocrática o un colapso institucional.

Nada de eso ocurrió. Según The Economist, el nuevo gobierno mantuvo la unidad del país, evitó imponer restricciones religiosas extremas -las mujeres no están obligadas a cubrirse y se permiten actividades recreativas e incluso el consumo de alcohol- y mejoró las relaciones con Estados Unidos y los países del Golfo. Con la flexibilización de las sanciones occidentales, la economía comenzó a mostrar signos de recuperación.

Aunque persisten graves desafíos, como masacres contra minorías y un poder ejercido de manera clientelar, la revista concluye que la Siria de 2025 es mucho más pacífica y habitable que la del año anterior. Una prueba de ello es el regreso de unos tres millones de refugiados.

Por ese motivo, y pese a reconocer avances notables en Argentina, The Economist eligió a Siria como el país del año 2025.