Juan Manuel Aragón: "La Gaceta, de diario influyente a un sobreviviente anodino"

El escritor santiagueño dio su opinión sobre lo que él considera la caída del poderoso diario tucumano.

En una reflexión cargada de crítica, el escritor santiagueño Juan Manuel Aragón analizó el trabajo de La Gaceta, el diario que durante décadas fue el más influyente del norte argentino. Según Aragón, lo que antes era una voz poderosa y temida en la región, hoy se convirtió en un medio anodino, limitado a un sitio de internet de pago y sin la relevancia de antaño.

Aragón recuerda que La Gaceta llegó a imprimir cerca de 250 mil ejemplares diarios, una cifra que hoy parece impensable para cualquier medio gráfico. Con corresponsales en Santiago, Salta, Jujuy, Catamarca y Buenos Aires, el diario era de lectura obligada en gran parte del norte argentino. "Pasaba por encima de diarios locales, como El Tribuno o El Pregón, porque muchas veces publicaba lo que los gobiernos de turno no querían que se supiera", señala el escritor.

Además, destacó que, a pesar de recibir publicidad oficial, esta nunca superó el 20% de sus ingresos, lo que le permitía mantener cierta independencia editorial. Apoyado en un sector privado fuerte y competitivo, La Gaceta se erigió como una temida tribuna de opinión, con secciones memorables como las columnas de "Agapito Chancalay" (Demetrio Oliva) o "La frase del día" de Dardo Nofal, que hacían reír a los tucumanos a costa de políticos y funcionarios.

La caída y el presente anodino

Sin embargo, según Aragón, el diario abandonó su espíritu imperial y su influencia regional para convertirse en "lo mismo que el resto de los diarios de Argentina: un poco de papel que pocos compran". El escritor asegura que La Gaceta es un medio que sobrevive "a duras penas", con una versión digital que cobra por el acceso a la mayoría de sus notas y una edición impresa que apenas se vende en algunas calles de San Miguel de Tucumán y alrededores.

"Renunció a ser un diario que influía en la opinión de los tucumanos para convertirse en un pobre sobreviviente del naufragio de la prensa comarcana", afirma el escritor. Las secciones que antes eran emblemáticas, como las Cartas al Director, perdieron su encanto, y las editoriales brillan por su ausencia, según Aragón.

Un diario para viejos y sin impacto

Aragón no duda en afirmar que La Gaceta es hoy un diario para viejos, leído por un puñado de ancianos que ya no forman opinión ni siquiera entre sus nietos. "Quien quiere enterarse de lo que sucede en Tucumán, el país o el mundo, no esperará el diario de mañana. Acudirá a internet, donde encontrará respuestas a cualquier pregunta", sostiene.

El escritor también critica la falta de avisantes y el escaso interés del diario por recuperar su lugar en la vida social, política y económica de Tucumán. "A veces, quienes lo compran solo lo hacen para tener papel para limpiar los fierros del asadito de los domingos", ironiza.

Un amargo desencuentro con la realidad

Para Aragón, el futuro de La Gaceta parece pintado por el tango Desencuentro: "Amargo desencuentro, porque ves// que es al revés, // creíste en la honradez y en la moral, // qué estupidez". El escritor anticipa que, sin aviso previo, el diario podría desaparecer, cerrando así una época en la que no solo La Gaceta, sino toda Tucumán, se veía como rectora de las ambiciones del norte argentino.

En un cierre melancólico, Aragón imagina un domingo en El Mollar, disfrutando de un asado con amigos, leyendo poesías de Amalia Prebisch y escuchando los ecos de un boliche sabatino. "Sin La Gaceta, obviamente. Soñar no cuesta nada", concluye.

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