Aunque los precios muestran señales de alivio, el consumo masivo todavía no logra levantar cabeza. En noviembre, las ventas volvieron a caer y confirmaron que la estabilidad inflacionaria, por sí sola, no alcanza para reactivar el gasto diario de las familias.

Ventas en baja pese a una inflación más controlada

Según distintos informes privados, en noviembre el consumo masivo registró una caída del 1,8% frente a octubre y un retroceso interanual del 0,1%.  El dato se dio en un mes en el que la inflación fue del 2,5%, con un acumulado anual cercano al 28%, muy por debajo de los picos de años anteriores.

Sin embargo, la mejora en el IPC no se tradujo en más compras. Los hogares siguen adquiriendo menos unidades, con tickets más bajos y una fuerte racionalización del gasto.

Menos ingreso real y cambio de hábitos

El último informe de Scentia señala que la baja del consumo no se explica solo por los precios. El principal factor es el deterioro del ingreso real, con salarios que todavía no se recomponen tras el ajuste fiscal y la recesión del primer semestre. A esto se suma la mayor precariedad laboral y el peso creciente de los gastos fijos.

El resultado es un cambio claro en el comportamiento de compra: más visitas al punto de venta, pero por montos menores, menos stockeo y una fuerte migración hacia marcas económicas, promociones y envases chicos. El fenómeno de "downtrading" atraviesa casi todas las categorías.

Supermercados, comercios de cercanía y ventas online

El impacto no es igual en todos los canales. Los comercios de cercanía y autoservicios independientes son los más golpeados, mientras que las grandes cadenas logran amortiguar la caída con promociones agresivas, acuerdos con proveedores y financiamiento. Aun así, el balance general sigue siendo negativo en volumen.

El canal online gana algo de participación en rubros como perfumería y farmacia, pero no alcanza para compensar la retracción general del consumo masivo.

Mejora el ánimo, pero el consumo no reacciona

Un relevamiento de NielsenIQ mostró que, aunque mejora la confianza del consumidor, el impacto en las ventas es limitado. En 2025, el consumo de bienes de rápida rotación creció apenas un 2%, luego del desplome del 16% en 2024, pero perdió impulso desde mitad de año.

El informe advierte que los salarios siguen siendo el principal freno, sobre todo en los hogares de ingresos medios y bajos. Además, las promociones en supermercados, en niveles históricamente altos, ya no logran empujar el volumen de ventas.

De cara a 2026, las consultoras coinciden en un escenario de recuperación lenta y moderada, atada a una mejora real de los ingresos, mayor previsibilidad económica y un consumidor cada vez más cuidadoso con el gasto. Por ahora, el consumo sigue siendo el termómetro más claro del ajuste.