La investigación se centra en los movimientos previos a la desaparición

Marisa Pereyra, de 48 años, y su hija Ángeles, de 4, fueron vistas por última vez el 9 de noviembre en el barrio Autódromo de Mar del Plata. Al día siguiente, la familia radicó la denuncia y desde entonces la causa quedó en manos de la UFI N.º 5, a cargo del fiscal Alejandro Pellegrinelli, quien ordenó analizar cámaras municipales y privadas para reconstruir el recorrido de ambas hasta la terminal.

El hermano de Marisa, Miguel, contó que todavía no recibieron información concreta y que la revisión de las imágenes avanza con lentitud. "No sabemos la hora exacta en la que habrían tomado el colectivo, así que deben revisar más de 24 horas de grabaciones", explicó.

La secuencia confirmada hasta ahora indica que madre e hija salieron temprano de su casa y llegaron a la terminal de ómnibus. La familia recién supo de la situación tres días después, cuando el dueño del departamento avisó que una vecina no las veía desde el lunes.

Pasajes hacia San Miguel y dudas en la familia: "Ella no tenía ese dinero"

En las últimas horas, los investigadores detectaron que se emitieron dos pasajes a nombre de Marisa con destino a San Miguel, en el noroeste del Gran Buenos Aires. Cada uno costó cerca de 60 mil pesos y fueron pagados en efectivo, un detalle que sorprendió tanto a la Justicia como al entorno de la mujer.

"Marisa no disponía de ese dinero", insistió Miguel. Radióloga de profesión, había dejado de trabajar tras el nacimiento de su hija y atravesaba dificultades económicas: recibía ayuda familiar para pagar el alquiler y cubrir gastos básicos.

La Justicia no descarta que Marisa haya viajado engañada bajo una supuesta oferta laboral. Sin embargo, la familia pide cautela hasta ver los registros de la terminal. "Hasta que no veamos las imágenes, no sabremos si realmente subieron al micro o si alguien compró los pasajes en su nombre", señaló su hermano.

Una vida marcada por el aislamiento y un cuadro depresivo

Según su entorno, Marisa tenía autonomía para manejarse sola, pero en los últimos años se volvió más reservada. No usaba celular, no tenía redes sociales y mantenía un círculo social muy reducido. "No nos hablaba de parejas, no socializaba y era muy cautelosa. No dejaba que la nena jugara con otros chicos", detalló Miguel.

Cuando la familia ingresó al departamento, notó que no había desorden ni faltaban pertenencias. Ese detalle sumó más interrogantes a la investigación.

La familia reclama respuestas y mayor difusión del caso

Mientras la policía analiza cámaras y reconstruye movimientos, la angustia crece. La familia marchó frente a la Municipalidad de General Pueyrredón para pedir que el caso no quede paralizado. "Solo queremos saber si están bien. Si se fue por decisión propia, que lo diga. Y si no, que la Justicia intervenga", expresó Miguel.

Además, solicitaron que se viralicen las fotos de ambas para ampliar la búsqueda. "Cualquier persona que las haya visto puede ser clave", pidió el hermano.

La investigación continúa con análisis de registros, testimonios de vecinos y el seguimiento de la compra de pasajes. Cada día que pasa sin respuestas aumenta la preocupación.