La desaparición de Acaí, la joven yaguareté reintroducida en el Impenetrable chaqueño, mantiene en vilo a científicos, investigadores y autoridades nacionales desde el 25 de octubre, cuando su collar satelital emitió la última señal desde el cauce del río Bermejo. Desde entonces, no hubo un solo rastro.

La Justicia federal, Parques Nacionales y el gobierno chaqueño avanzan sobre una presunción cada vez más fuerte: Acaí habría sido asesinada. Para quienes trabajan desde hace años en la recuperación de esta especie crítica, la hipótesis más firme es la peor.

El fiscal federal Carlos Amad encabeza la investigación y este lunes comenzará a analizar el contenido de seis teléfonos celulares secuestrados a pobladores cercanos a la zona donde se perdió el rastro. Las sospechas crecen a medida que avanza el hermetismo entre quienes viven en el corazón del Impenetrable.

Las hipótesis: crimen ambiental, encubrimiento y pistas contradictorias

Para la Fundación Rewilding Argentina, la muerte de Acaí no es ya una sospecha, sino una certeza. "Creemos que la mataron y tiraron el collar al río", afirmó Sebastián Di Martino, director de Conservación de la organización.

El collar satelital dejó de transmitir en tierra y reapareció -solo en señal VHF- desde las profundidades del Bermejo, donde buzos tácticos realizan rastrillajes desde hace días sin éxito.

Las hipótesis que analizan los investigadores:

• Un poblador que la mató al sentirse amenazado por su ganado.

• Cazadores furtivos, interesados en su piel o dientes.

• Alguien que buscó desaparecer pruebas y arrojó el collar al río.

Entre los testimonios, uno llamó la atención:
"Yo no lo maté al bicho, pero si me come alguno de mis animales no tendría problemas en hacerlo, aunque vaya preso", declaró uno de los pobladores allanados. Desde ese momento, quedó bajo sospecha.

En los operativos también se encontró a un perro gravemente herido, supuestamente atacado por la yaguareté. Los especialistas dudan: un yaguareté rara vez deja con vida a un animal al que ataca.

Lo que inquieta aún más a los investigadores es la ausencia total de rastros: "No encontramos ni restos de piel, ni pelo, ni nada", indicaron fuentes policiales. Tampoco hallaron armas más allá de una pistola, algo inusual para la zona.

Recompensa millonaria y una carrera contra el tiempo

Para quebrar lo que describen como un "pacto de silencio", el Ministerio de Justicia de la Nación ofreció una recompensa de $250 millones para quien aporte información veraz sobre el destino de Acaí. El monto se calculó en relación al daño ambiental estimado por Parques Nacionales: más de $2.600 millones.

Los investigadores confían en que el dinero haga hablar a alguien. En una de las regiones más pobres del país, esa cifra puede cambiar vidas.

Mientras tanto, los rastrillajes continúan y los técnicos intentarán recuperar los últimos puntos GPS almacenados en el collar, claves para reconstruir los movimientos de la yaguareté antes de desaparecer.

El valor de Acaí para la recuperación de la especie

Acaí, cuyo nombre significa "cabeza chica" en guaraní, tenía solo dos años. Nació en el Parque Nacional Iberá y fue trasladada al Chaco como parte del proyecto de reintroducción del yaguareté en uno de los ecosistemas más amenazados del continente.

El Gran Chaco perdió más del 95% de los yaguaretés que alguna vez habitaban su territorio. Se estima que en toda la Argentina quedan menos de 200 ejemplares.

Acaí era una de las pocas hembras liberadas en libertad total, una pieza clave para recuperar una población viable en el Impenetrable, donde solo quedaban machos silvestres.

Su eventual muerte supone un golpe biológico y simbólico enorme.